La neumonía es uno de los motivos más habituales de fallecimiento en el mundo. Cualquier persona puede verse afectada por neumonía, pero su gravedad variará en función del tipo de germen que la origine, la edad del doliente, su estado de salud y su estilo de vida.

 

¿Por qué enfermamos de neumonía?

 

Una neumonía aparece en el momento en que un germen infeccioso invade nuestro tejido pulmonar, llenando de líquido o pus a los pequeños sacos de aire (alvéolos) que realizan el intercambio de oxígeno con la sangre.

Nuestro sistema respiratorio está permanentemente expuesto a organismos microscópicos, que nuestros pulmones eliminan mediante distintos mecanismos de defensa, como: tos o estornudos, células pulmonares o glóbulos blancos. Cuando estos mecanismos de defensa no funcionan correctamente, los gérmenes sobrepasan las capacidades de nuestras defensas o un germen especialmente agresivo accede a nuestro organismo, tiene lugar una neumonía.

El patógeno puede ser una bacteria, un virus, un hongo, una micobacteria o un parásito, pero, generalmente es un virus, una bacteria o ambos (cuando la neumonía deriva de otras infecciones virales, como un resfriado o una gripe).

Por lo común, la neumonía no es contagiosa. Pero, los virus y las bacterias que se instalan en la nariz, la cavidad nasal, la boca, la garganta (faringe) y la laringe, sí que los son. Por lo que, si una persona con estos gérmenes tose o estornuda, puede transmitir la enfermedad.

Las bacterias que propician la neumonía son: streptococcus pneumoniae, haemophilus influenzae, klebsiella pneumoniae, pseudomonas aeruginosa, staphylococcus aureus, legionella pneumophila, mycoplasma pneumoniae, chlamydia pneumoniae. De ellas, tan solo las tres últimas son contagiosas.

Los virus que causan neumonía son: virus respiratorio sincitial, virus influenza y parainfluenza, adenovirus, rinovirus y SARS-Cov-2. Todos ellos contagiosos.

 

Síntomas de una neumonía

 

Los síntomas de neumonía son dispares, pudiendo presentarse de forma leve o grave. Los más habituales son:

  • Diarrea.
  • Escalofríos.
  • Fiebre.
  • Molestias en el pecho cuando tose o respira.
  • Náuseas y/o vómitos.
  • Problemas para respirar.
  • Tos, habitualmente con flema.

Pero, como hemos dicho, estos síntomas varían según los grupos de individuos que la sufran:

  • Recién nacidos y bebés pueden no mostrar síntomas, vomitar y tener fiebre y tos, o estar inquietos, sin energía, presentar una respiración más rápida de lo normal y un tono azulado en piel o labios.
  • Personas mayores de 65 años, individuos con enfermedades graves o aquellos con el sistema inmune debilitado, podrían presentar una temperatura inferior a la normal, debilidad, falta de apetito o confusión repentina.

Dependiendo de la causa y la gravedad de la neumonía, tardaremos más o menos en recuperarnos. Normalmente dura entre una y dos semanas en casos leves y entre cuatro y seis semanas en neumonías de mayor intensidad. Si la neumonía se complica, podría derivar en:

 

Neumonía, tratamiento y prevención

 

Hay pocas formas de evitar una neumonía. Pero, como algunas neumonías se contraen por el contagio de otras enfermedades, podemos tomar medidas para evitarlo, como:

  • Alejarnos de personas o ambientes infectados.
  • Usar mascarilla en lugares donde puedan acumularse gérmenes.
  • Lavarnos regularmente las manos con agua y jabón; principalmente antes de llevarnos las manos a boca, ojos o nariz.
  • Desinfectar superficies expuestas a microorganismos infecciosos.
  • Ponernos, anualmente, la vacuna de la gripe y una vez en la vida la vacuna neumocócica.

El tratamiento de la neumonía también dependerá del germen que la haya provocado y de su gravedad. Por regla general debemos tomar abundantes líquidos templados y nos recetarán antibiótico para la neumonía bacteriana y determinados tipos de hongos, antivirales para la neumonía viral y antimicóticos para ciertos tipos de neumonías fúngicas. También es posible que nos recomienden medicamentos de venta libre en farmacias, para el dolor muscular, la fiebre y los problemas respiratorios. En caso de ser hospitalizados, es muy probable que recibamos oxigenoterapia.

En cuanto al uso de la fitoterapia para aliviar los síntomas de una neumonía leve, destacamos:

  • Fenogreco: para bajar la fiebre.
  • Jengibre: con propiedades expectorantes y desinflamatorias.
  • Menta: sus propiedades antisépticas alivian el dolor, la irritación y la inflamación de las vías respiratorias.
  • Orégano: tiene propiedades antivirales y antibacterianas.

Recuerda que el uso de plantas medicinales debe ser supervisado por un profesional sanitario. Pregunta en la farmacia qué productos son los más adecuados para tu caso particular y el modo correcto de utilizarlos.